viernes, 25 de mayo de 2012

Pereza





Es sin duda alguna nuestro peor enemigo, la negligencia, desgana, gandulería, tedio y flojera a la hora de realizar nuestras acciones, nuestros trabajos, nuestras tareas.

Este nefasto enemigo, tiene su origen en no querer malgastar energías y se hace pasar por un instinto natural, ya que como dijo cierto filósofo francés: "Después de la de conservarse, la primera y más poderosa pasión del hombre es la de no hacer nada."

En la antigüedad primitiva del ser humano, no existía este enemigo, ya que para sobrevivir, cuando teníamos algún tipo de deseo primordial, simplemente ejercíamos la acción. El dilema llegó cuando el hombre no realizaba tareas para sobrevivir directamente y planeaba acciones para el futuro y se le dio origen a su vez a la procrastinación.

Ya sea por enfermedad, causas ambientales, falta de motivación o falta de conocimiento, esta ausencia de ánimo en las acciones es algo claramente negativo y jamás se podrá considerar como una cualidad a destacar aunque afine nuestro ingenio para no realizar tareas. Es cuando la pesada mano de esta astenia nos aplasta con sus tentaciones, cuando nuestra voluntad se congela bajo los huesudos dedos de la desgana, es entonces cuando con más fuerza debemos combatir para salir de sus redes, es cuando más necesitamos el fuego de la pasión para derretir el témpano de hielo que se forma en nuestro ánimo. Sobre todo cuando esta acidia llega a entristecernos el espíritu y nos descuidamos a nosotros mismos hasta llegar al punto de no reconocernos.

La lucha contra la somnolienta apatía debe ser siempre ganada por victoria aplastante en cuanto comience a formarse en nuestro cuerpo para erradicarla completamente y evitar que se instale en nosotros como una enfermedad, siempre debemos preferir pecar por exceso de trabajo que por dejadez.


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