lunes, 21 de mayo de 2012

Ineptitud





Enfadarnos por la falta de habilidad de una persona es tan estúpido como enfadarnos con los pájaros por no ser buenos excavadores. No todos tenemos las mismas destrezas innatas ni podemos exigirles los mismos resultados que nosotros somos capaces de ofrecer, porque aunque para conseguir perfeccionar nuestras propias maestrías, hayamos hecho uso de un gran esfuerzo, esto no significa que nuestros semejantes estén obligados a hacerlo también o a llegar a conseguir los mismos frutos que nosotros, como por ejemplo por poseer quizás unos miembros débiles poco aptos para algunas tareas de esfuerzo, pero que sin embargo sean muy útiles para tareas de precisión.

En ocasiones tendemos a engañarnos bastante pensando que con práctica, entrenamiento y esfuerzo, podemos llegar a salvar nuestras deficiencias en algo que nos gusta o nos hemos propuesto realizar pero que no se nos da bien, y es cierto que con el esfuerzo se pueden obtener grandes logros, pero no debemos martirizarnos ni exigirnos más de lo que podemos ofrecer, ¿significa esto que debemos rendirnos? ni muchísimo menos, significa que debemos aceptarnos y ser sinceros con nosotros mismos. Ya que aunque no seamos los mejores en algo o no obtengamos los resultados deseados a pesar de nuetro esfuerzo, podremos ser los más diestros en otros temas que no tengan nada que ver.

Tener falta de conocimiento, preparación o medios para realizar una acción, por lo general nos hace sentir frustración, pero este sentimiento se puede eliminar con facilidad si logramos comprender que hay muchas otras cosas que podemos realizar de forma sobresaliente sin obcecarnos de manera ciega en esa única e inalcanzable meta. Razón por la cual no solo debemos ser pacientes con nuestras propias ineptitudes, sino también con las del prójimo.


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